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06 junio 2009

Educación para la autonomía(2) ¿Dónde están los maestros? Sócrates

 
Mi interés en este momento es ir coleccionando y clasificando, a medida que se me aparecen, distintos aspectos o piezas del rompecabezas para diseñar la formación del docente del siglo XXI.


Es una buena práctica cavar y buscar en las raíces, porque en algún lugar nos hemos extraviado, hemos dejado de ser maestros y nos hemos convertido en instructores. Tal vez alguna raíz este viva y nos ayude a revivir.
Aquellos maestros que han pasado la prueba del tiempo seguro tienen cosas importantes que enseñarnos respecto al cómo hacer.

Veamos a Platón admirando a su maestro. Estas palabras son tan nítidas, se destacan tanto en el texto, impactan con la profundidad de significados, resuenan. Si tenemos que adoptar un nuevo mito para la escuela, a mí me gusta Sócrates:

Sócrates: _ "Sufres los dolores del parto, Teeteto, porque no eres estéril y llevas el fruto dentro de ti."
Teeteto: _ "No sé, Sócrates. Te estoy diciendo la experiencia que he tenido… "

Voy a intentar resignificar estas palabras, volverlas a la vida en el hoy de nuestras aulas.

Teeteto contesta “No sé, Sócrates”, y así revela su condición de alumno, porque ellos siempre han creído que no saben.
Y agrega: “Te estoy diciendo la experiencia que he tenido”, porque ellos siempre han creído que la experiencia no es conocimiento. Que el conocimiento está en los libros y en la palabra del maestro. Que tienen que ser alum-brados.
Y uso la palabra “creer” porque esta condición es un investimento social, la sociedad inviste el saber en los libros y la palabra autorizada. Hasta la Academia lo hace, y eso que allí están todos los que saben y todos los libros, incluso el Teeteto.

¡Pero Sócrates le ha dicho que está tan lleno de conocimiento que está a punto de parir!
Que es fértil, que lleva fruto.
¡Y él no lo sabe!!!

Esto es Tragedia: Un sino infausto ineludible que cae sobre el “inocente” y sus descendientes, sobre el que no sabe, sobre el que ha dejado que otros decidan por él. Sobre el irreflexivo que no ha aprendido a cuidar de sí porque es un huérfano de maestro. Sobre el que no ha sido educado sino adiestrado. Sobre el que ha sido engañado.
Aquel que es un clon del clan.

Y entonces Sócrates, para que la tragedia no lo alcance, procede a demostrarle cuánto sí sabe. Lo ayuda a liberar la propia mirada:
No sin tomarlo en broma, con receptividad y bonhomía, lo conduce para que él camine su experiencia, ejerza la reversión de la mirada, y con-vierta su experiencia en conocimiento.
Esta forma de vivir es un flujo recursivo siempre abierto porque nunca concluye, o más bien, concluye con la muerte.
Es el ejercicio del Logos humano: es la autonomía porque libera de la necesidad de autoridad externa, y es la esperanza de la democracia porque agudiza la crítica del pensamiento dejando poco espacio al autoengaño y al engaño. ¡Y fue escrito hace 2500 años!!

La forma en que terminó la vida de Sócrates enseña que la autonomía radical, y la parresía que la acompaña, son mal negocio para el orden instituido por nuestros mayores.La parresía está ligada al coraje ante el peligro: demanda el coraje de decir la verdad a despecho de algún peligro. Y, en su forma extrema, decir la verdad se da en el “juego” de la vida o la muerte.
Pero es una vida que a mi juicio vale la pena vivir.
Así lo sintió él también, ya que “su espíritu no decayó en ningún momento” según afirman los que lo acompañaron a morir. Murió sano y vital, y muy interesado en la experiencia que estaba viviendo, es decir, su muerte.
Sócrates fue un espíritu autónomo, alegre y saludable; lo que nos permite concluir que autonomía, alegría y salud se potencian mutuamente. Que esta receta cura.

Este tipo de maestro es difícil de lograr, pero uno de ellos vale por miles, es piedra de toque, convierte el plomo en oro, despierta, reanima, como a la Bella Durmiente el beso del príncipe.
Y se multiplica en sus discípulos.
La línea del pensamiento pedagógico actual, que revive la relación maestro-discípulo es la que a mi juicio se presenta como la de mayor vitalidad para refundar el magisterio. Dentro de la tradición occidental, es como si la propedéutica hubiera renacido, reformulada por los que piensan la educación hoy para el futuro.
El trabajo real, que revolucione el pensamiento pedagógico para esta revolución tecnológica que se nos impone, esta en la “soledad del aula” y en la compañía de nuestros discípulos y condiscípulos.
No es la Academia, ni es el Liceo, que son instituciones aristocráticas, excluyentes por necesidad.
Es el Taller del Artesano, el Taller del Maestro, en el sentido de maestro de vida, o maestro de almas, como se autonombraba Sócrates.

Cuatro renglones del texto platónico permiten hacer un diagnóstico: la heteronomía no ha variado entre Sócrates y nosotros.
Puede parecer trágico, pero, visto en perspectiva, estos 2500 años de Occidente son los que nos han traído a un momento en donde la autonomía es posible para todos los que puedan acceder a una PC y a una cuenta de Internet.
Sócrates estaría feliz.
Hasta lo puedo imaginar un Hacker.
Seguro con muchos blogs.
Y disputando con la Cámara del Libro.

Algunos enlaces asociados:

http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n42/lhernandez.html



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